Incidencia en otras enfermedades

La obesidad está directamente relacionada con diversas complicaciones médicas; desde el deterioro de las condiciones corporales (como la artrosis) hasta la amenaza de enfermedades crónicas (como la diabetes tipo 2, varios tipos de cáncer o enfermedades cardiovasculares).

En la actualidad, las enfermedades no transmisibles (ENT), matan a 41 millones de personas cada año, el equivalente al 71% de las muertes que se producen cada día en el mundo” (OMS, 2018). Las enfermedades crónicas o no transmisibles suelen persistir durante un largo periodo tiempo y son el resultado de una combinación de factores de tipo genético, fisiológico, ambiental y de comportamiento. Entre ellas se encuentran las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, enfermedades respiratorias o la diabetes, capaces de acabar prematuramente con la vida de millones de personas. Casualmente, la mayoría de las ENT mencionadas son potenciadas de manera principal por otra enfermedad o trastorno previo como es el caso de la obesidad, que a diferencia de un virus como el de la gripe, no nos deja enfermos únicamente durante un corto periodo de tiempo, sino que ataca a nuestro sistema inmune lenta y silenciosamente.

Es fácil y frecuente escuchar que alguna persona ha fallecido por cáncer, diabetes, por alguna enfermedad mental o cardiovascular. Esa sería sin duda la causa directa de su muerte, pero ¿es posible que existiese una causa indirecta, es decir, una causa de la causa que al final acabase siendo la verdadera responsable del fallecimiento? Es posible, claro que sí. Y también es posible, y mucho, que esa causa de la causa sea el tema que nos atañe: la obesidad.

Para entender el origen de la obesidad y de otras ENT relacionadas directamente con esta, Carlos Ríos plantea la existencia de tres frases, que se pueden personificar en millones de personas; entre ellas Javier Fernández Martínez.  

Eje cronológico interactivo de elaboración propia 

Javier sufrió obesidad desde muy pequeño. Tras una niñez abarrotada de productos ultraprocesados en la que apenas observaba cambios en su cuerpo ni problemas de salud, los resultados analíticos preocupantes comenzaron a llegar. Fue en 2010 cuando sus valores eran similares, por lo que le dijeron los médicos, a los de una persona adulta que había tenido obesidad toda su vida, cuando él tan solo tenía 16 años. A raíz de esos resultados intentó cambiar sus hábitos de vida con ayuda de profesionales, pero fracasó en numerosas ocasiones. Irremediablemente llegó la noticia que nunca habría querido oír, tenía Diabetes Tipo 2 y su esperanza y calidad de vida comenzaban a tambalearse. Tras esa consulta médica en diciembre de 2014, Javier no dudó en poner fin a la situación. 2015 sería el año del cambio y de la esperanza hacia un futuro mejor. Hoy día puede decir orgulloso que ha superado esta terrible ENT.

 

Diabetes Tipo 2

La enfermedad de Diabetes Tipo 2 es un tipo de diabetes en la que el cuerpo no es capaz de producir o usar correctamente la insulina, que da lugar a un nivel elevado de glucosa en sangre capaz de desencadenar problemas en el corazón, en los ojos, en los riñones, en los nervios, en las encías o en los dientes. Existe una correlación muy elevada entre ambas enfermedades, tanto es así que según Anna Novials, expresidenta de la Sociedad Española de Diabetes, nueve de cada diez personas con diabetes tipo 2 presentan sobrepeso u obesidad.

“En personas con sobrepeso u obesidad, el consumo de alimentos ricos en carbohidratos genera una sobrecarga de trabajo para el páncreas, lo que produce su debilitamiento y, en última instancia, una escasez de insulina. Esto deriva en hiperglucemia crónica y, por lo tanto, en el desarrollo de la diabetes tipo 2. Y precisamente la diabetes representa un mayor riesgo de desencadenar enfermedades cardiovasculares” explicó la expresidenta en el séptimo congreso de Diabesidad.

La Diabesidad es la suma de Diabetes y Obesidad. Según los expertos del último Congreso Virtual en España, hasta un 12% de la población total podría ser obesa y diabética tipo 2. Esta combinación es capaz de provocar otras enfermedades con un riesgo hasta tres veces mayor que en una persona que no la padezca. Se ha demostrado que los pacientes con diabetes tipo 2 tienen una mayor exposición a padecer cáncer debido a la mayor resistencia a la insulina que presentan estos pacientes (Qi et al., 2019).

Cada ocho segundos muere una persona por diabetes en el mundo y en su mayoría de casos estas se pueden evitar llevando a cabo unos hábitos de vida saludable donde destaca por encima de todo una buena alimentación. Esta medida no solo permitirá evitar la enfermedad, sino también tratar o, en el peor de los casos, retrasar sus fatales consecuencias. Hay suficientes estudios científicos que demuestran cómo una vida lejos de productos insanos y ultraprocesados previenen la aparición de esta enfermedad, pero no es la Diabetes el único daño que puede provocar una alimentación insana.

 

Cáncer

En los últimos años las tasas de mortalidad por cáncer no han dejado de aumentar y su evolución indica también una tendencia creciente en el futuro (Sociedad Española de Oncología Médica, 2020). La enfermedad percibida como aleatoria y asociada a factores únicamente genéticos e incontrolables acaba con la vida de un 30-35% de las personas que la padecen debido una mala alimentación (World Cancer Research Fund y Anand et al., 2008). De las 9,6 millones de muertes causadas por el cáncer en 2018 a nivel mundial se podrían haber evitado 3,36 millones cuidando la alimentación. Y más impactante aún, de los 16,4 millones de muertes asociadas al cáncer que prevé la Sociedad Española de Oncología Médica que habrá en el mundo en el año 2040, se podrían evitar 5,74 millones aproximadamente si tomamos la decisión de cambiar nuestra alimentación hacia un modelo más saludable. Por ello el Código Europeo contra el cáncer quiso recalcar en 2014 la importancia de mantener una vida saludable.

El consumo de alimentos poco saludables, ricos en calorías, azúcares, harinas refinadas y aceites vegetales puede cambiar nuestra vida. Esta alimentación aumenta notablemente el riesgo de sufrir obesidad y sobrepeso, que a su vez promueve el desarrollo de diversos tipos de cánceres como el cáncer de estómago, hígado, seno, ovario, tiroides, próstata, riñón, páncreas, esófago y colon entre otros (National Cancer Institute, 2017). 

iNFO

El cáncer de mama posmenopáusico, de endometrio y de colon son en rasgos generales los más afectados por la obesidad; representan aproximadamente el 60% de los cánceres atribuibles a un IMC alto (Arnold et al., 2015, p.36-45). El Instituto Nacional del Cáncer calcula que “las mujeres posmenopáusicas obesas presentan de 20 a 40 % de aumento en el riesgo de presentar cáncer de seno en comparación con mujeres de peso normal”. “Las personas que son obesas tienen aproximadamente un 30 % más de probabilidad de presentar cáncer colorrectal o de colon que las personas de peso normal y un riesgo 2 a 7 veces mayor, en el caso más extremo, de presentar cáncer de endometrio” (National Cancer Institute, 2017).

De acuerdo a los datos ofrecidos por el estudio “Global Burden of Disease Study 2017” de la prestigiosa revista The Lancet una dieta poco saludable es la causa que más problemas provoca en nuestra salud.  Los factores dietéticos fueron los responsables de 11 millones de muertes en 2017 (GBD 2017 Diet Collaborators, 2019).

 

Enfermedades cardiovasculares

Otro de los temores de las personas obesas es padecer una enfermedad cardiovascular, la causa mayor de muerte en personas con obesidad. Y es que, no solo la obesidad se presenta como un factor de riesgo para las enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos, sino que también otras complicaciones como la hipertensión o la resistencia a la insulina, provocadas por la obesidad, suponen una amenaza para la aparición de este tipo de enfermedades.

En general, las personas con obesidad presentan una mayor frecuencia cardiaca y una disminución de la variabilidad de esta, factores que aumentan el riesgo de muerte súbita. Es por ello por lo que la tasa anual de muerte súbita cardiaca fue un 40% mayor en personas obesas que en no obesas (Fernández-Travieso, 2015, p.1-11).

 

Enfermedades mentales

Los trastornos mentales también están asociados en numerosos casos con la obesidad. Aunque aún se encuentra en estudio, el consumo de las harinas refinadas que abundan en la actualidad en la mayoría de los productos ultraprocesados podría estar relacionado con este tipo de enfermedades y con trastornos del sistema nervioso. Además, otro de los principales trastornos mentales, la depresión, es una de las enfermedades más estimuladas por la obesidad, donde no solo un bajo estado de ánimo provocado por no encontrarse a gusto con el cuerpo de uno mismo es motivo de depresión. También el consumo de ciertos alimentos ultraprocesados y ricos en omega 6 se ha asociado a mayores síntomas depresivos (Kiecolt-Glaser, Belury, Porter, Beversdorf, Lemeshow, y Glaser, 2007). “La depresión es causa de morbilidad y discapacidad entre los jóvenes y en muchas ocasiones deriva en el suicidio, tercera causa de defunción en los jóvenes entre 15 y 19 años” (OMS, 2018, Adolescentes: riesgos para la salud y soluciones). Y aunque se trata de una enfermedad multifactorial imposible de asociar únicamente a una causa, no deja de ser un aspecto más a tener en cuenta tras la evidencia en numerosos estudios científicos.

 

Covid-19

Y, entre las enfermedades más recientes y novedosas que también se han visto afectadas por la obesidad se encuentra la Covid-19. Las personas que padecen obesidad son particularmente susceptibles al nuevo coronavirus y parecen tener una mayor tasa de complicaciones graves por el virus. Un estudio realizado en París con una muestra de 5795 pacientes con SARS-CoV-2 de entre 18 y 79 años concluyó que la obesidad duplicaba la mortalidad de las personas ingresadas por Covid-19 (Czernichow et al., 2020).